DIATRIBA: CONTRA LAS MARCHAS

He escuchado a hablar de marchas desde muy pequeña, y vaya que ya hay para todos los gustos, para todas las edades y para toda clase de inconformidades que necesitan ser “expresadas”. Y si no hay se las inventan.
Marchas contra el Alcalde, Marchas para defender los derechos del niño, de los trabajadores y de los estudiantes. Marchas a favor de la libertad y de la igualdad, marchas en contra de Chávez, marchas contra “falsos positivos” y la más común marcha por la paz de Colombia.
Lo que me pregunto es ¿Tenemos un país en paz después de todas las marchas que se han realizado? ¿Les han pagado más a aquellos que han protestado porque no es suficiente el salario que reciben? ¿Se ha acabado la violencia y la injusticia al caminar miles de personas con camisetas blancas por las calles?
El centro de todo no está en las horas que se sacrifiquen caminando por el mundo, o por los gritos estruendosos que proclaman ¡libertad ¡y mucho menos en si la camisetas blancas tienen un estampado que diga NO a la violencia Y SÍ a la paz.
El problema radica en el corazón del hombre, en el pensamiento, en la forma de ver nuestra sociedad, en la cabalidad de la que carecen muchos para determinar un cambio en nuestro país, y no desde los altos mandos sino desde el individuo, desde la familia.


En las marchas todos son amigos, compatriotas, pero jamás se han visto. Y sin saberlo en ocasiones caminan también al lado de los mismos terroristas, los mismos políticos que están lejos del bienestar del prójimo y los mismos que están a favor de la injusticia.
Por muy buenas intenciones que tengan los participantes no pueden conmover a los que atentan a diario con la humanidad, ellos desde donde estén se reirán al ver tantas personas caminando y gritando por algo que no está dentro de sus planes.
En las Marchas simplemente se cumple con el propósito de quienes las organizan: generar polémica y noticia para los medios de Comunicación.

Asistir a una marcha por un motivo desconocido, o sin una intención consciente y genuina, es un tiempo mal invertido. Pregonar justicia y después robarle al vecino o maltratar a la familia, es ser inconsciente de todo y desconocer el propósito de sus propias acciones.
Todo esto sencillamente se ha convertido en una parodia, en un “decir y no aplicar” entonces ¿Para qué hacerlo?
La gente puede generar un impacto solo cuando cambie su forma de pensar.

Yo nunca he asistido a una marcha, no lo he considerado y hasta ahora creo que no lo haría.

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